La infancia es aquella etapa de tu vida donde la palabra amistad toma sentido, donde los enfados solo duraban un rato y donde la maldad no existía.
En esta etapa conoces a tus compañeros de aventuras, de secretos, de historias, de amor..
cualquier sitio era bueno para charlar o jugar a las cartas,
en verano, en invierno, tardes o noches, cualquier momento era bueno para quedar con la "pandilla" y salir a dar una vuelta.
Nos contábamos nuestros problemas, nos consolábamos y resolvíamos juntos cualquiera de ellos.
"Aún recuerdo aquellas tardes de calor coloreadas de risas y bromas todos en un banco comiendo gomitas ó aquellas tardes de invierno encerrados en un portal resguardándonos de la lluvia"
Pero todo eso nos daba igual, lo más importante era estar juntos y pasar la tarde en esa compañía que nos brindaba risas y comprensión, que nos hacía olvidar quienes éramos y recordar que éramos uno, todos nosotros, como un gran equipo. Nunca faltaba ninguno de esos amigos que te hacían reír con sus bromas o te venían a buscar a casa.
Pero al crecer todo cambia, nada es lo que era y nadie es quien era. Todos hacen sus vidas y nadie recuerda o echa de menos ninguno de esos momentos. Y ahí es donde la palabra amistad deja de tener sentido, comienzan las envidias, las críticas y los olvidos.
Todo se consume y queda en nada.